Crimenes y pecados Está bueno ver a Woody Allen en plena forma. Lo triste es que ya hace 15 años de eso. Acá, en su película más “judía”, cuenta las desventuras de un oftalmólogo que intenta librarse de una relación adúltera que se tornó imposible de sobrellevar y amenaza con destruir la apariencia perfecta de su estructura de vida. En tanto, Woody es un documentalita al que le encargan filmar la vida de su insoportable cuñado mientras maneja una historia de amor con algunas conclusiones que recuerdan a Manhattan. La importante, en realidad, es la primer historia que funciona como una reflexión sobre la culpa y la conciencia, representada como unos “ojos del cielo” que observan todo lo que hacemos. Un rabino, que funciona como la conciencia moral del oftalmólogo, y su gradual pérdida del sentido de la vista representa esa conciencia que se va encegueciendo y nos permite, en tiempos como estos, hacer lo que queramos sin mayores problemas. Un filósofo judío decide suicidarse a pesar de que sus escritos son un canto a la vida. Allen se lamenta pero acepta lo inevitable: debemos acostumbrarnos a vivir sin nadie que nos ilumine. “Dios es un lujo que no puedo darme”, dice el personaje principal (interpretado por Martin Landau) justificando algunas de sus decisiones más catastrófica. Sin Dios y sin intermediarios somos apenas unos pobres hombres librados a nuestras vacías conciencias. Del mejor Allen.
los videos son gentileza de Video Imagen Club. Gracias Roni.
2 comments:
Que Roni?
Salio redondo el comentario, pero...decime la verdad..
estabas en pleno trance espacial cuando lo escribiste, no?
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