De bailes, la visita de mark knopfler, pelados en el rock y el pecho de Paul Stanley
2/3/2001
por fernan
a
Creo cumplir con los dos requisitos: no bailo en las fiestas y soy gordo. He debido soportar por demasiado tiempo las arengas de la parcialidad bailadora para que salga a bailar y los comentarios de compañeros de trabajo sudados que se te acercan cancheros a decirte
“sos un embole”, simplemente porque me niego a hacer alarde de mi torpeza arrítmica en frente a todos.
Finalmente –mi voluntad es fácilmente quebrantable– accedo pero jamás con ritmos provenientes del trópico y ejecutados por intérpretes en guayabera o conjunto a tono. Para verme en acción hay que esperar algo menos indigno si esos es posible.
Es que mucha gente cree que las invitaciones para los casamientos son en realidad visas para actuar como un palurdo. Pero será mejor que esos bailarines espontáneos y casi siempre marmolados (sea por un crónico problema en las articulaciones o por sustancias tóxicas ingeridas en plan desmadre de fin de semana) y con sus camisas adornadas por lamparones de transpiración a la altura de las axilas, que vienen a mi mesa con intenciones de que salga a bailar, no se le ocurra tocarme. Que si lo hace verán que Leatherface es una de las ardillitas comparado con cómo me voy a poner.
b
¿Alguien se acuerda del guitarrista oligofrénico que tocaba en Dire Straits descalzo y con vincha, mientras se contorneaba de una manera fea?
Igual, nobleza obliga, debo confesar que compré de muy joven (por lo que espero haya
perimido), el “Sultanes del ritmo”. Pero ya pasó. Y era en vinilo.
Hay gente que anda por ahí diciendo que esa banda eran una gran banda. Sí, claro y Atila era terrible tipo. Pero los hijos de puta fueron los dueños del mundo por un rato, aunque creo que una gira con Knopfler tenía los mismos raptos de salvajismo que atender un local de biblias en Utah.
Estuve buscando con quién viene el condenado y la banda incluye a su ex compinche de banda el teclista Guy Fletcher (que tocó con Willy De Ville en “Miracle”, algo es algo), lo que de suceder algo en los complicados vuelos internacionales, se perderían dos Dire Straits
de un solo golpe.
Es cierto que hay cosas peores que un disco de Dire Straits: un disco doble de Dire Straits (y los tipos lo hicieron... y en vivo).
c
Knopfler no sólo es calvo sino que además gastó durante demasiado tiempo vincha, adminículo que, en todo caso sirve para retener que el pelo se caiga sobre los ojos. En realidad él tendría que haber utilizado algo para que no se le cayera en cantidades industriales sobre la almohada, como probablemente le pasó durante muchas mañanas de su vida hasta terminar con ese apéndice de bocha y pelos perdidos. Quizás usara la vincha para evitar que el sudor empañara sus ojos tristes, pero en ese caso debería sudar de una manera asquerosa y al escurrir la vincha de tela de toalla después de cada recital llenaba una palangana con sus fluidos.
De paso, no hay nada más feo que una estrella de rock calva, como bien lo saben disimuladores profesionales de alopecia como Zeta Bosio, Paul Simon o Herbert Vianna. E incluso creo que lo de Paul Stanley es terrible peluca y le hicieron precio por pegarle vello en el pecho, al muy marica.
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