por fernán r. cisnero
David Bowie habrá vendido el mundo (o caído a la tierra) pero Narciso Ibáñez Menta había vuelto de la muerte, y a ver quién puede contra eso. Esta vez, sin embargo, todo parece indicar que no marcó pasaje de regreso. Vale entonces contar que una vez estuve mano a mano con el miedo en el hall de un hotel impersonal pero lujoso en Mar del Plata. Yo estaba ahí cubriendo un festival (que significa ver películas y estresarse por conseguir una nota) y había decidido que lo único que valía la pena era charlar con Ibañez Menta el vejete que, para una generación criada con Sanyos en blanco y negro, personificaba el mismísimo terror. La verdad es que no podía recordar muchos de sus programas de televisión, pero tenía presentes momentos de un gigantesco terror infantil, intentándome taparme la cara con la sábana de la cama de mis padres. Así que era su voz salida de ultratumba lo que más me espantaba. Y recuerdo ahora una mano negra (bah, con un guante negro bastante trucho) que tomaba vida por sí sola o algo así. En Mar del Plata, cuando surgió, en vivo y en directo, desde el ascensor, sin embargo, era más la imagen de un indefenso alfeñique anciano que fumaba a escondidas de su mujer y se sabía, con cierta fingida modestia, referente para toda una generación de geeks. Sabía identificar a uno: bastaba ver cómo me miraba. Charlamos horas. Él con esa voz cavernosa, aprovechándose para fumarme todos los cigarros lejos de la mirada de su eterna esposa, yo disfrutándolo sin saber muy bien por qué, repitiendo preguntas tontas que él contestaba una y otra vez, con esa paciencia de fumador clandestino. Pocas veces me saqué una foto con un entrevistado (los otros fueron Martín Karadajián y César “Gorostiaga” Bertrand) pero ésta es la única que conservo con cariño. La tiene mi madre sobre un aparador, como único testimonio de mi vida como periodista. Ella siempre sabe distinguir lo importante de lo otro. Ahora que Narciso Ibáñez Menta murió debería robársela y lucirla en casa.
1 comment:
No, no se la robes...
Pedila prestala y en los laboratorios fotográficos grandes te hacen una copia instantánea, en un aparato similar a una fotocopiadora, en la que el resultado sale en papel fotográfico...
Diego León
http://noelleon.weblogs.com.uy
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