January 26, 2005

CULTURA PUNK AL OLEO

Por Jo(r)ge



Admiro a The Clash. Son una de mis bandas favoritas y “London Calling” es uno de los mejores discos de todos los tiempos, sin duda alguna. Por eso me sorprendí bastante cuando, no recuerdo en qué blog, leí varios comments de gente que manifestaba un escaso conocimiento de su obra cuando no un total desinterés. Está bien, desaparecieron hace casi veinte años y ninguno, salvo Strummer últimamente, tuvo una carrera muy destacada luego de la disolución. Big Audio Dynamite, el proyecto de Mick Jones, impresionó con un interesante primer disco, pero carecieron de continuación y su labor como productor de The Libertines no es especialmente atendible; y si lo fuera, se vio opacada por todo el chismerío extramusical que rodea a estos tipos. Nunca escuché el disco como solista de Topper Headon, aunque sí el simple de presentación (“Give it to luck”) y sólo era un correcto e inofensivo ejercicio de negrísimo soul pop. A Paul Simonon le dedicaré un párrafo más adelante.

La cuestión es que más allá de aciertos individuales o no, la conjunción de los cuatro fue excepcional y es un capítulo obligatorio para cualquiera que se interese en la música de las últimas décadas. Ni hablar de la influencia que tuvieron y tienen aún hoy en el nefasto rock latino, pero como me dijo un amigo, los padres no tienen la culpa por tener uno, o varios, hijos bobos. El problema es que ellos no los padecen, y nosotros sí.

Recientemente adquirí “Westway to the world”, el documental filmado por Don Letts y la reedición por los veinticinco años de “London Calling”, que incluye un cd con los demos perdidos y un dvd con imágenes de la grabación del mismo. Ambos contienen reportajes a los integrantes de la banda y gente de su entorno, incluso algunas declaraciones y escenas se repiten, pero en general es un completo y ameno repaso a la corta pero incendiaria carrera de la banda. Están muy bien definidos los perfiles de cada uno (Strummer el ideólogo concientizado, Jones el músico talentoso, Headon el problemático en la sombra, Simonon el punk) y cada uno recuerda con cariño y sin pretensiones su juventud y sus “años locos”. Recomendable tanto para fanáticos como para neófitos.

La visión repetida hasta el hartazgo de ambos dvds me dejó con ganas de conocer más sobre ellos, principalmente de Simonon. Si bien aparece en algunos casos como el más simplote de los cuatro, es también el contador de jugosas anécdotas, restándole solemnidad al producto y agregando un bienvenido toque de humor.


Musicalmente eclipsado por el tándem Strummer – Jones, Simonon, sueño húmedo de toda punkette que se precie, se ganó un lugar en la gesta del 77 por mucho más que su imagen. No conforme con dictar estilo dentro de la banda (las camisas pintadas a lo Jackson Pollock, el atuendo militar), el carilindo aportó credibilidad callejera, tenía en su historial algún que otro robo, era compinche de Sid Vicious y Steve Jones, no tenía ni idea de cómo tocar el bajo y es el responsable de las incursiones del grupo en el reggae, la música con la que creció. El manual viviente del punk. Para colmo, compuso esa gran canción que es “The guns of Brixton” y quedó inmortalizado estrellando su instrumento en una de las mejores portadas de la historia del rock.
Al separarse The Clash formó Havana 3 A.M. donde dio rienda suelta a su pasión por la música negra y latina pero con poca suerte y tras esta etapa se dedicó a pintar, actividad que había interrumpido en su adolescencia para dedicarse al rock. Hoy en día Paul Simonon continúa viviendo en Ladbroke Grove, la misma localidad que lo vio crecer junto a rastas y skins, aunque ya no es un barrio de clase baja exclusivamente y retomó los pinceles convirtiéndose en un respetable y exitoso pintor cuya obra se cotiza en cuatro mil pesos ingleses, aproximadamente. Pero lo mejor es la siguiente frase, que leí por ahí:

Yo no soy como Ron Wood o Joni Mitchell, músicos que pintan por hobby. Soy un pintor que durante un tiempo tuvo a la música como hobby.

Pavada de hobby, Pablito.


January 11, 2005

HEFNER

por Jo(r)ge

Quienes se sintieron atraídos por el título esperando encontrar fotos de mujeres desnudas, o leer anécdotas de las célebres fiestas en la Mansión Playboy, puede ir cambiando de blog. El Hefner al que me refiero es el grupo (o mejor dicho, el seudónimo) de Darren Hayman, un gran poeta que le canta a Londres y las relaciones humanas modernas en la mejor tradición del pop inglés, esa que tiene a Ray Davies y Pete Townshend como mayores exponentes, irónico, elegante y con sentido del humor.

Musicalmente tampoco esconden sus orígenes: los anteriores nombrados, Lennon – McCartney, Bowie, pop típicamente inglés (Badfinger, Squeeze, XTC), algo de Northern Soul, , esmero en los arreglos pero sin petulancia... y un cierto acercamiento a viejos terrenos del rock alternativo (Pavement, para ser más específico). Más o menos lo mismo que mamaron los culorrotos Gallagher, pero sin limitarse al calco desvergonzado de éstos. En algunos momentos siento que su música es la que debería estar haciendo hoy Paul McCartney si no le hubieran calado el faso en Japón; no creo que sea conciente de todo lo que perdió en ese día funesto para el rock. Al amigo Hayman le sobran el buen gusto y la honestidad, por lo menos le sobraban hace tres años, cuando editó este álbum.



A la primera escucha pueden pasar desapercibidos los encantos de este disco; hay que prestarle atención para descubrir todos sus detalles, los coros, los apuntes de viento en “Hold me closer”, “The greater London radio”o “She can´t sleep no more”, la fragilidad de “As soon as you´re ready” o la sinuosa “We love the city”, y su aquelarre guitarrero en el final, canción que abre el disco y le da nombre, además.
Y qué letras. Desventuras urbanas del individuo que se enamora hoy, mañana y traspasado también, encadenando amor y fracaso de una forma casi sádica, en un escenario bohemio, nocturno y regado por Chardonnay. Nada de problemas laborales, económicos o políticos. El amor, con todas sus virtudes pero más defectos es el protagonista principal: amor a la mujer, a la ciudad, al mero hecho de enamorarse aún sabiendo que el corazón saldrá maltrecho, al instante perfecto con tu pareja, al sufrimiento romántico... El concepto puede recordar a Pulp, con un sonido menos ampuloso y afectado, más desnudo, letras humildemente confesionales en un lenguaje sencillo y muchísima más credibilidad.
Si bien antes decía que el disco carece de mensaje de algún tipo, la excepción es la explícita “ The day that Thatcher dies”, simpática diatriba contra la Vieja de Hierro entre el soul a la “Young americans” y el rock´n´roll de “Diamond Dogs”.

We will laugh the day Thatcher dies
Even though we know it´s not right
We will dance and sing all night
I was blind in 1979
By ´82 I had clues
By 1986 I was mad as hell
The teachers at school
They took us for fools
They never taught us what to do
But Christ we were strong
We knew all along
We taught ourselves the right from wrong
And the punk rock kids
And the techno kids
No it´s not their fault
And the hip hop boys
And heavy metal girls
No, it´s not their fault
It was love
But tories don´t know what that means
She was michelle cox from the lower stream
She wore high-heeled shoes while the rest wore flat soles
And the playground taught her how to be cruel
I talked politics and she called me a fool
She wrapped her ankle chain round my left wing heart
Din dong the witch is dead
Which old witch?
The wicked witch
Ding dong the wicked witch is dead


Directa e inocente como toda buena canción pop clásica, obviamente regala un estribillo memorable. El disco ideal para practicar la relajante actividad de jugar al FIFA 99, fumar un buen caño y escuchar música. Y el disco del año, a pesar de que nació en el 2001.