October 22, 2004

NO HACEMOS MUSICA DE LOS 50

por Jo(r)ge

Ni falta que hace. Quedó claro el pasado 19 del décimo mes, cuando esos cuatro Iniciados que conjuntamente responden por The Supersonicos presentaron su disco Telekinesis en una abarrotada sala Zitarrosa. Es que la oportunidad de aprender directamente de ellos cómo mover objetos a distancia con la sola voluntad de tu mente, asistir al estreno del primer video loop de la historia y escuchar su ya clásico instrorock no se podía dejar pasar. Era demasiado prometedor, y por supuesto, nadie salió defraudado.
Pero no todo terminaba ahí. En BJ, presentando tu entrada al concierto, podías embucharte gratis un whisky mientras reincidías con The Supers sobre las tablas, una especie de festejo en un lugar más íntimo. Y qué festejo! Algunos afirmaban que fue lo mejor de la noche, lo juro, lo escuché yo mismo. Es que la banda olvidó por un rato a Dick Dale y los poderes extrasensoriales para desempolvar canciones con las que crecieron, transformándose en algo muy parecido a aquel bisoño grupo adorador de Siniestro Total que supieron ser hace ya casi quince años.
“Nosotros no hacemos música de los cincuenta “ afirmó Leo Sónico, tras una aguerrida versión deSummertime blues que precedió a Nervous breakdown , también de Eddie Cochran. Antes o después tocaron desenfadados covers de The Clash, The Ramones, Devo, Pixies, y más, incluso ese gran himno anti telépatas llamado Who made who, de AC/DC.
Mención aparte para Colegiala, instrumental y con un apropiado paso de baile ejecutado por Bob, poseído por algún espíritu tropical.
Un cierre de fiesta memorable e inédito para el rock nativo, en el que no es común este tipo de eventos. Lo normal al finalizar un concierto es que los músicos se encierren en el camerino a mandanguear, se acoden a la barra o se larguen directamente. Ni hablar de sumarse a otros músicos presentes (los cuales normalmente son amigos) para seguir con la música en plan desinhibido e informal, destripando canciones propias o ajenas, sea cual sea el estado físico o mental. Algo así como una jam session (sin virtuosismos, por favor), y sin más pretensiones que la de impedir que la farra termine y demorar el retorno a casa. Por eso también el mérito de Leo, Bob, Joe y Pol, por invitarnos a continuar la fiesta en un ambiente más distendido y con un vaso en la mano, mientras en el escenario una banda de rock, igual pero diferente a la que habíamos visto apenas dos horas atrás repasaba los cincuenta, los sesenta, los setenta y los ochenta con total desparpajo e irreverencia pero con muchas ganas. Como me dijo Bob, “hace años que no tocamos estas canciones”. Espero que no pierdan la costumbre.

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